lunes, 16 de agosto de 2010

"Versus: otras miradas a la obra de Octavio Paz", por José Vicente Anaya

"Versus: otras miradas a la obra de Octavio Paz", por José Vicente Anaya


Armando Ponce







     
Poeta y ensayista, José Vicente Anaya recoge en este libro     
de Ediciones de Medianoche ocho trabajos
(y uno propio, el noveno) en torno a la crítica a la producción
de quien fuera el más destacado hombre de letras mexicano
de la segunda mitad del siglo XX.



Además de la compilación, el prólogo es suyo también. En aquella recoge, en primer término, el texto sin concesiones de Jorge Aguilar Mora “La fuga de la identidad. Crítica a la obra poética de Octavio Paz”.



El asunto de Anaya es “El retardado surrealismo de Paz”, acompañado de un fuerte “Plagios de Paz en El laberinto de la soledad”.



Más suave Alí Calderón escribe “Octavio Paz: luz y sombra de la poesía mexicana”, a la par que Carlos Roberto Conde Romero se lanza con “Poesía en movimiento, caducidad del instante”.



Es el escritor y músico Evodio Escalante quien arremete con “Octavio Paz y el arte de ametrallar cadáveres”, al tiempo que borda solazándose con “Los seis errores más comunes de Octavio Paz acerca de Villaurrutia y los Contemporáneos”, para que José Reyes Gonzalez borde sobre “El encantamiento de lo bello en Piedra se sol”.



Pero luego viene el poeta comunista Enrique González Rojo y pone el dedo en la llaga política: “El PRI de Octavio Paz. Los partidos políticos en la realidad actual del país”, y la única mujer en el elenco, Mónica Mansour, poeta, colabora con “Sor Juana ante el discurso paradójico: un ejemplo contemporáneo”, y finalmente Heriberto Yépez entregue tres temas: “De la índole crustácea de la poesía”, “Octavio Paz: la alquimia que no” y “Pazcentrismo en la literatura mexicana del s. XXI”.



El siguiente texto es un fragmento del prólogo del libro:



“Por eso, y en principio, no creo que la influencia de Octavio Paz sea ‘decisiva’; considero que su aplastante presencia se debe principalmente a un efecto de la manipulación a través del poder y la publicidad. NO podemos ser adivinos del futuro suponiendo que ‘por mucho tiempo’ será una ‘figura emblemática’ (emblemático fue Amado Nervo en el siglo XIX y ahora vemos a otros de sus contemporáneos con más importancia que él). No fue Paz quien aporta una crítica “clave y pionera” si leemos sustanciosas críticas anteriores, como las de Jorge Cuesta y Samuel Ramos; y respecto a la crítica de los errores y crímenes de Stalin y la ex URSS no la inicia tampoco Paz, como muchos dicen , ya que ignoran que, incluso con mayores dicen, ya que ignoran que, incluso con mayores peligros estando Stalin vivo, la ejercieron valientemente José Revueltas y Rubén Salazar Mallén (además, este es autor del concepto del ‘malinchismo’).



“Creo que criticar la obra paciana es tomar a una figura como ejemplo (que también pudo haber sido otra) para conocer detalles de lo que ha sido de T.S. Eliot: ‘En algún momento, cada cien años aproximadamente, es deseable la aparición de críticos que emprendan una revisión de la literatura del pasado y que establezcan un nuevo orden de poetas y poemas… Ninguna generación se interesa por el arte de la misma manera que otra: cada una, como cada individuo, aporta a la contemplación sus propias categorías apreciativas, hace determinadas exigencias y asigna al arte funciones determinadas’. En una conferencia muy polémica, crítica, que en Buenos Aires dio el novelista polaco Witold Gombrowics con el título de ‘Contra los poetas’, terminó diciendo: ‘Poco me importa que digáis pestes de mí y de mi nota --¿Acaso puedo esperar que aceptéis un juicio que os quita la razón de ser?-... mis palabras están destinadas a la nueva generación. El mundo se vería en situación desesperada si cada año no entrase un nuevo contingente de seres humanos, frescos, libres del pasado, no comprometidos con nadie ni con nada, no paralizados por puestos, glorias, obligaciones y responsabilidades , seres, en fin no definidos por lo que han hecho, y por lo tanto, libres de elegir’.



“Debemos tener conciencia de que el siglo XXI no puede seguir arrastrando al XX. Se trata de hacer la crítica de las limitaciones de la intelectualidad del pasado siglo; de empezar a hacer un balance y pensar en perspectivas diferentes; a no repetir los abusos y la tanta mediocridad; superar las actitudes acomodaticias, acríticas y convenencieras que estuvieron ligadas al poder dictatorial del priismo (y sus seguidores de otro partidos) que prohijó a los caudillos intelectuales (con semejantes actitudes de los corruptos ‘líderes’ de supuestas organizaciones obreras) que impusieron puntos de vista reduccionistas. Se trata también de superar el estigma idólatra del mexicano, status que se le ha otorgado por igual a santos como a personajes de la farándula común y la intelectual.



“Así, este libro es un ejemplo de lo diverso en la crítica, primer ejercicio que en ese sentido se realiza en México, por destacarse frente a otros volúmenes que han recopilado exclusivamente textos apologéticos sobre Octavio Paz. El lector tiene en sus manos diversos puntos de vista, de ensayos bien fundamentados, con los cuales podrá ejercitar su inteligencia y podrá sacar sus propias conclusiones.”

revista Proceso 2010 agosto