Obra y pensamiento
Arráncame la vida es la primera novela de Ángeles Mastretta y es sin duda la que más polémica y crítica ha creado a su alrededor. En ella, Mastretta utiliza la escritura, y el lenguaje, como un vehículo que no solamente induce a una lectura fácil, sin los obstáculos de lenguaje que presentaban las novelas del Boom, sino también como un medio a través del cual libera a sus personajes femeninos (Catalina Ascencio y a la mayoría de las mujeres que aparecen en la novela). Alicia Llarena señala, por ejemplo, que, la autora mexicana logra un discurso que haría, sin lugar a dudas, las mieles de cualquier "posmodernista", al desarrollar su planteamiento novelesco desde una nutrida "periferia": la perspectiva femenina (en relación a la hegemonía homocentrista) y la visión desde la intimidad (en relación a la hegemonía social). (474)
La misma Mastretta afirma lo anterior cuando, en una entrevista con Barbara Mujica en 1997, aseguraba sobre Arráncame la vida:
Es la historia de una mujer enamorada y su educación: cómo aprende que no puede ser solamente una mujer enamorada de su esposo sino que tiene que ser atrevida, beligerante y sobre todo, en control de su propia vida. También quise responder a mis propias dudas sobre la relación entre los hombre y las mujeres. (38) (1)
Y es, en efecto, desde lo antes considerado como la periferia, que Mastretta asume una posición liberadora de la mujer oprimida que logra tener control de su destino. Hacer, partiendo desde su propia realidad femenina, un centro. Como personaje, Catalina, ciertamente, va a rechazar la posición de periferia en que la sociedad patriarcal insiste en querer instalarla. Mastretta, por medio de Catalina, da voz a esa necesidad de la mujer por romper con los cánones tradicionales establecidos que le impiden liberarse. Mastretta, de esta forma, indica Judith Gerendas, "desmitifica una imagen ‘ideal’ patrocinada durante siglos por la cultura dominante. La protagonista ficticia de Arráncame la vida se aboca, fundamentalmente, a hacerse dueña de su propio destino [...] siente la necesidad de ser creativa en su mundo respectivo y, de esta manera, lograr su realización como ser humano y como mujer" (93).
El segundo libro de Ángeles Mastretta, Mujeres de ojos grandes (1990), está compuesto de treinta y siete viñetas y cada una muestra la vida de mujeres que, como en Arráncame la vida, están fuera del tiempo presente, están ubicadas en la historia y al mismo tiempo son mujeres que rompen con los cánones que la sociedad les ha impuesto. La misma Mastretta aseguraba en una entrevista con Mauricio Carrera, del periódico La Jornada, el 20 de julio de 1997, que sus mujeres personajes, "que aparentemente eran muy extraños en su época, y no nada más en Arráncame la vida y Mal de amores sino en Mujeres de ojos grandes, son en realidad mujeres pioneras, como las que con toda seguridad existieron pero sobre las que nadie escribió y a las que nadie hizo caso" (2).
Cada una de las mujeres en el libro reacciona de una manera diferente a su circunstancia y las hay quienes son agresivas, otras son pasivas, algunas son religiosas y otras ateas, algunas hablan con un lenguaje popular grosero, supuestamente el lenguaje exclusivo de los hombres. Las personajes de Mujeres de ojos grandes son mujeres que de alguna forma han tenido una vida singular sin que jamás hubieran sido objeto de la atención que se merecían. Dianna Niebylski apoya esta idea al señalar que, efectivamente, "el hecho de situar a las tías tres generaciones anteriores, del público lector, tiene el efecto de subrayar su comportamiento atrevido y muy poco ortodoxo" (30).(2)
María Elena de Valdés, por su parte, indica que Mujeres de ojos grandes, como libro de historias cortas, "continúa el desarrollo del punto de vista femenino" (235)3. Y así es, en efecto, las tías, como creación de Mastretta, se salen de todo lo establecido por el orden patriarcal. Sin sentirse culpables o crearse un sentimiento de culpabilidad alguno, las tías subvierten las convenciones sociales y llevan unas vidas llenas de emociones, sin un hombre a su lado muchas veces.
Mastretta, a través de las tías de la novela, subvierte el trato que se da a los valores tradicionales como la sexualidad femenina: La mujer o es virgen o es monógama. El derecho a darle vida a las fantasías sexuales con libertad y a tener una actividad sexual libre y sin restricciones está permitida sólo a los hombres. Las tías, entonces, subvierten esta noción al tener amantes y más de un compañero sexual en repetidas ocasiones.
Las tías de Mujeres de ojos grandes rompen con lo establecido buscando su propia felicidad. Sin necesidad de una lucha consciente o totalmente abierta, en contra del poder patriarcal y sin discutir causas o tesis feministas específicas, van en contra de convenciones morales y sociales que las oprimen y les impiden libertad sexual y de acción. En su entrevista con Mauricio Carrera, Ángeles Mastretta afirmaba que, efectivamente, "son mujeres que ponen de manifiesto el poder que tienen en sus casas y el poder que asimismo tienen para hacer con sus vidas lo que quieran, aunque no lo demuestren. Son mujeres poderosas que se saben poderosas pero que no lo ostentan" (2).
Puerto libre (1993), es el tercer libro de Ángeles Mastretta y está conformado de una mezcla de relatos cortos, ensayos periodísticos, autobiográficos y filosóficos que la autora publicó en la revista NEXOS. La revista proporcionó un espacio a Mastretta, a partir del número 159 en marzo de 1991, que continuaba hasta 1999, y que nació precisamente bajo el título de "Puerto libre".
La mayoría de estos relatos cortos mantuvieron el título con que primero aparecieron en la revista NEXOS (4). Mastretta escribió para NEXOS el último relato corto, que después pasaría a formar parte de la colección completa del libro Puerto libre, en noviembre de 1993 en el número 191.
Puerto libre es el libro más autobiográfico y filosófico de la escritora. En él, Mastretta nos brinda una imagen más personal de sus memorias y realidades basadas en su propia visión. Puerto libre, señala Claudia Schaefer-Rodríguez apoyando la idea, "pretende ser 'un libro contado en Yo' según la autora, de modo que la voz narrativa individual se establece como el eje central de los textos" (376).
En este libro Mastretta trata de mantenerse un poco al margen sobre la mención del papel subordinado de la mujer, y no insiste en presentar la imagen patriarcal del hombre/dominante vs. la mujer/pasiva. Aún así, podemos observar también, a través de dos ensayos y de algunos relatos, que la mujer empieza a ser ella misma. Es decir, la mujer toma conciencia de su posición de oprimida dentro de la sociedad patriarcal y al asumir esta opresión se da cuenta de que sólo tiene una lucha que librar: La suya.
En el libro, en "Máximas y decires de algunas mujeres con los ojos grandes", Mastretta refleja su posición feminista rechazando normas y conductas de comportamiento social. Tenemos, por ejemplo, que una de las tías recordadas en las máximas dice que entre las mujeres, "algunas creen que para tener un hombre hay que seguirlo a pie y sin protestar. Su Dios las bendiga" (98). Y termina diciendo: "En México hay dos congregaciones: las de las hijas de María y las de las hijas de la chingada. Con ninguna de las dos me siento a comer" (98). De esta forma Mastretta refleja que esta mujer ya opta por una tercera opción, que es precisamente ser ella misma. Así, de esta forma, pasa a ser parte de todo un grupo de mujeres que empiezan a liberarse de los cánones establecidos.
Mastretta deja ver, en este libro, su clara posición feminista con dos ensayos. En el primero, "Guiso feminista", podemos ver una clara similitud con el ensayo de Rosario Castellanos "Lección de cocina". Aquí Mastretta, como lo hiciera Castellanos en su momento, sin adherirse a teoría o tesis feminista alguna, problematiza la intuición biológica que se le otorga a la mujer, por el sólo hecho de serlo, con respecto a su vocación natural para desarrollar su vida en la cocina. Mastretta señala en forma vívida e irónica que:
Si se pudiera juntar toda la creatividad y la energía que las mujeres han puesto en la cocina para emplearla, por ejemplo, en conquistar el espacio, hace tiempo que podríamos pasar los fines de semana en Marte. Pero qué imprecisa y cuánto hubiera sido la vida si le quitáramos el tiempo que han pasado las mujeres en la cocina. Tanto han cocinado las mujeres que no siempre estoy segura de que fue primero, si el instinto feminista o el culinario. (89-90)
En el segundo ensayo con un acercamiento feminista, "La mujer es un misterio", Mastretta analiza la desigualdad entre hombres y mujeres enfatizando el poder patriarcal y sus resultados tales como: el machismo, "seguimos caminando tras los hombres y sus ciegos proyectos con una docilidad que nos lastima y empequeñece" (101); la violencia contra la mujer, "mujeres que andan buscando un novio menos bruto que los del pueblo, uno que no les pegue cuando paren una niña en lugar de un niño" (103); la discriminación sexual, "¿por qué si un hombre tiene un romance extraconyugal es un afortunado y una mujer en la misma circunstancia es una piruja?"; el acondicionamiento social, y la falta de educación para las mujeres, "las mujeres [...] no fueron educadas para su nuevo destino y les pesa a veces incluso físicamente ir en su busca" (104). Mastretta, así mismo, denuncia a la sociedad mexicana por su resistencia a la liberación de la mujer:
Debemos aceptar cuánto pesa buscarse un destino distinto al que se previó para nosotras, litigar, ahora ya ni siquiera frontalmente, dado que los movimientos de liberación femenina han sido aplacados porque se considera que sus demandas ya fueron satisfechas, con una sociedad que todavía no sabe asumir sin hostilidades y rencores a quienes cambian. (105)
Finalmente, Mastretta, quien hace hincapié en la desigualdad que existe entre hombres y mujeres, también denuncia la que se vive entre las mismas mujeres y señala que, "no sabemos bien a bien quiénes somos, mucho menos sabemos quiénes y cómo son las otras mujeres mexicanas" (107).
Mal de amores (1996), es el cuarto libro y segunda novela de Mastretta. En esta novela la historia se refiere a una mujer enamorada de dos hombres. Historia que a partir de este hecho ya subvierte completamente la concepción que se tiene de que esto solamente le sucede a los hombres. Con Mal de amores, indica acertadamente María Elena de Valdés, Mastretta "continúa con el desarrollo de las mujeres durante el pasado reciente de México y como centro de la conciencia general, como mujeres subversivas de los códigos sociales y ferozmente independientes" (235) (5).
Es decir, como mencionaba Mastretta en su entrevista con Mauricio Carrera, si esta historia le sucediera a un hombre no sería de interés para nadie pues hasta cierto punto resulta más común encontrar situaciones, reales o ficticias, en las que un hombre ama a dos mujeres (3). Y en efecto, en este caso, vemos que la personaje principal, Emilia Sauri, lucha sutilmente contra unas reglas sociales que la atan y la obligan a vivir sin trasponer lo establecido por la sociedad.
Esta actitud de amar a dos hombres es, en cierta forma, una subversión que Emilia asume no para confrontar abiertamente a nadie, sino para estar bien consigo misma. Emilia, dice la misma Mastretta, busca la manera de ser leal con ella misma pero se siente aprisionada, atormentada, por no poder elegir entre estos dos amores distintos a la vez que liberadores (Carrera 3).
Al igual que su primera novela Arráncame la vida, las mujeres de Mal de amores, están ubicadas en el pasado, son mujeres anacrónicas de gran fortaleza anímica. Barbara Mujica señala que Mal de amores, "también explora la relación entre los sexos, pero esta vez durante el México pre y postrevolucionario. Las mujeres protagonistas – Josefa y Milagros Veytia y Emilia Sauri- son mujeres extraordinariamente fuertes e independientes con la suerte de vivir rodeadas de hombres que las comprenden y las aceptan" (38). (6)
Mastretta, parece, logra que Catalina Ascencio, durante la Revolución Mexicana, y Emilia Sauri algunas décadas más tarde, surjan como un tipo de reto para la mujer del presente. Es decir, estas mujeres rompieron con lo establecido, se salieron de los parámetros y reglas sociales patriarcales, subvirtieron una situación de opresión, y asumieron actitudes audaces que no parecerían posibles hoy. De esta manera Mastretta siente, a través de ellas, la necesidad de lanzar la interrogante. Si estas actitudes pudieron asumirse en el pasado ¿por qué la mujer de hoy no las asume también?
El mundo iluminado es la obra más reciente de Ángeles Mastretta. Publicado a finales de 1998, este es un libro que, como Puerto libre, está conformado por relatos cortos, ensayos periodísticos, filosóficos y autobiográficos que van de la realidad a la ficción. Escritos inicialmente para la sección "Puerto libre" de la revista NEXOS, la mayoría de los ensayos mantuvieron su título original. (7) En ellos no se menciona ni debate manifiestamente ninguna problemática feminista. Más bien sus escritos continúan lo iniciado en Puerto libre. Mastretta nos ofrece una idea más íntima y personal, por medio de estos 35 relatos, de sus recuerdos, reflexiones y existencia actual. Los ensayos muestran la preocupación de la autora por su propio mundo y la concepción que tiene de él. Temas que guardan una íntima relación con el México que la autora tanto ama: el pasado, el presente, el futuro, la política del país, sus amigos, su familia y sus viajes nacionales e internacionales. La misma Mastretta señalaba, durante la presentación que hizo del libro en España, que, en efecto, "en El mundo iluminado hablo de mí con dosis de memoria y olvido. Creo que escribo para tratar de entender el mundo" (El País, 21). De tipo más privado, pues, sus relatos, más autobiográficos y filosóficos, muestran la relación que la escritora guarda, y ha guardado, con personas y situaciones cercanas a ella, que de una u otra forma la han ayudado en su formación tanto humana como intelectual.
La última obra de Mastretta, Ninguna eternidad como la mía, fue publicada en 1999. Esta es una obra que bien puede considerarse una novela corta o un cuento largo y que, en primera instancia, apareció en el periódico El País durante cuatro semanas, de agosto a septiembre de 1998. En Ninguna eternidad como la mía Mastretta nos traslada nuevamente a la época del México posrevolucionario de la segunda década del siglo XX donde se narra la historia de Isabel Arango, una chica de diecisiete años que emigra a México, D.F., a estudiar baile. Mastretta llena a su personaje principal, Isabel, de la misma pasión por una vida independiente que hizo anteriormente con personajes de obras anteriores. Isabel nos recuerda a Emilia Sauri de Mal de amores y su pasión por vivir el amor y el tiempo presente con gran intensidad además de hacerlo de acuerdo a su propia concepción que tiene de ésta. Libre de ataduras sociales que le impidan emigrar como adolescente al D.F. y de llevar una vida sexual libre de prejuicios, Isabel encuentra que su felicidad reside precisamente en la forma en que ella misma desee llevarla a cabo: con plena libertad y consciente de sus actos.
A través de esta presentación, breve y esquemática de Ángeles Mastretta y su obra, se desprende una clara evolución en su tratamiento de la problemática feminista general; de la reflexión teórica ensayística, a la creación de personajes que, cada una en su medida, buscan una liberación personal. Las mujeres en la obra narrativa de Ángeles Mastretta, tienen reflexiones políticas y sociales que están ligadas a los mismos problemas que enfrentan las mujeres en el presente. Mastretta, entonces, sin adherirse a ninguna tesis o teoría feminista en particular, asume una actitud de compromiso social para con las mujeres mexicanas y los problemas que encaran dentro de las instituciones patriarcales mexicanas actuales.
Tal vez esta actitud feminista sea más reconocible en algunos textos que en otros, pero temas como: la falta de educación escolar, la manipulación y acondicionamiento social de la mujer; la falta de educación y la represión sexual; el amor, el matrimonio y la maternidad como instituciones opresivas; la mujer campesina pobre, el trabajo doméstico, etc., son visibles en casi todos ellos. En este sentido adquieren especial relevancia las siguientes palabras de Ángeles Mastretta, con respecto a Arráncame la vida y Mal de amores, y que pueden aplicarse a su obra en general:
Las mujeres mexicanas no se están conociendo a través de estos libros. Se están reconociendo ellas mismas; tampoco están tratando de ser como la protagonista. Se están dando cuenta que ya son como las protagonistas. La posibilidad de que las mujeres pudieran tomar en sus manos sus propios destinos y hacer con ellos lo que quisieran. Lo que sí realmente creo es que mientras las mujeres sean más y más parte de la fuerza de trabajo, mientras tengan una profesión y ganen su propio dinero, más cerca estaremos de hacer lo que queramos. (Mujica 40) (8)
Ángeles Mastretta reconoce su falta de conocimiento directo de los acontecimientos socio-políticos que se vivían en México, durante la década de los años sesenta, y hasta antes de mudarse al D.F. en 1971
La vida en Puebla se desarrollaba del tal forma que parecía que existían dos Méxicos: el de las ciudades de provincia donde no llegaban noticias de los acontecimientos que sacudían al país; y el México que sufría de movimientos sociales y represiones políticas por parte del gobierno. Pero como la misma Mastretta aseguraba a Roy Teichman, con respecto a la época en general, "lo que pasó entonces, aunque no lo hayas vivido, pertenece de manera tal a mi generación que también es mío; y como es parte de la conciencia colectiva, parte de lo que los demás sienten, quieren y maldicen, partede la gente con la que tú vives, aprendes lo que fue y es como si lo hubieras vivido" (7).
Sin duda alguna lo mismo sucede con el movimiento feminista que resurge durante los años setenta en México, y que es una parte inherente a la generación de Mastretta, es parte de su conciencia y esto, obviamente, se ve reflejado en los temas que aborda dentro de su narrativa. Ángeles Mastretta, pues, asume un compromiso social en contra de los problemas que enfrenta la mujer mexicana. Los denuncia al permitir que el mismo discurso asuma una posición problematizadora de estas dificultades y, finalmente, a través de sus personajes, contextualiza las situaciones opresivas de la mujer mexicana a la vez que brinda una subversión de estas.
© José Luis Gómez-Martínez
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